El 12 de junio de 2009 concluyó el taller de “Fotografía para Antropólogos”, promovido por el Laboratorio Audiovisual del CIESAS (LAV). Las opiniones vertidas por quienes lo tomaron, así como las de quienes asistieron al taller de “Producción Audiovisual”, realizado en febrero de este año, sumado a los resultados concretos que cada taller entregó, nos permiten hacer una primera valoración objetiva con respecto a su viabilidad como un recurso del LAV para promover el uso de la imagen en la investigación y difusión del conocimiento. Así mismo, nos da pistas claras sobre los caminos que de ahora en adelante deben recorrerse para que el LAV tenga una integración plena e institucional al CIESAS.
Inquietud y demanda
El estudio y la producción de la imagen tienen ya una demanda creciente dentro del CIESAS y fuera de él. Así nos lo indican los dos talleres realizados durante el primer semestre de 2009. En total contamos con una asistencia de 30 personas (9 para el de producción audiovisual, 21 para el de fotografía para antropólogos). En su mayoría se trató de estudiantes de esta y otras instituciones académicas de estudios superiores. Los investigadores del CIESAS, con sus excepciones, mostraron poco interés. Caso distinto fue el de trabajadores de la institución, que hicieron notables esfuerzos por asistir.
Debemos reconocer que el LAV no satisfizo la demanda de todos los que deseaban tomar uno u otro taller. Varios solicitantes quedaron fuera, a la espera de que se repitan en breve. Es preciso señalar que estos talleres tuvieron lugar en la sede del Distrito Federal del CIESAS, lo cual dejó fuera a quienes siendo de la institución en sus distintas sedes manifestaron en su momento interés por tomarlos. Recibimos el reclamo de realizar estas actividades en todo el CIESAS, no solamente en el Distrito Federal.
Organización y recursos
Los dos talleres realizados forman parte de una línea de trabajo del LAV que apenas comienza. Por ello no puede negarse su carácter experimental en todos los aspectos. Esto explica en parte las críticas más constantes (y correctas) que los asistentes hicieron a ambos talleres: la falta de espacios adecuados y recursos materiales suficientes para este tipo de actividades.
Ambas fallas resultaron notorias en el taller de “Fotografía para Antropólogos”, pues no sólo se acondicionó un especio inadecuado para el revelado y las clases, sino que se hizo evidente que el LAV dista de poseer el material mínimo necesario para llevarlo a buen fin (la profesora que impartió el taller amablemente nos facilitó, por ejemplo, una ampliadora, con la que se pudo hacer la práctica de revelado). Para el caso del taller de “Producción audiovisual” sucedió algo similar: las cámaras de video utilizadas fueron insuficientes, además de que son propiedad particular de los integrantes del LAV, e hicieron falta micrófonos y luces para mejorar la captura de la imagen.
Como experimentos que fueron, en ambos talleres se cometieron yerros. El primero tuvo que ver con la cantidad de horas programadas para la realización de cada taller. Ni las 20 horas del de “Producción Audiovisual” ni las 30 del de “Fotografía para Antropólogos” fueron suficientes. Este error resultó evidente en el segundo taller, pues el programa planteado quedó trunco: no se pudo ver todo lo relativo a la fotografía digital, lo que nos obliga a realizar una segunda parte para el mes de octubre de este año.
Otro error de envergadura fue la cantidad de alumnos que se aceptó en cada taller. A diferencia de lo que pasó en el primero, en el que se cuidó una relación equilibrada entre escasos recursos y asistentes, el segundo desbordó por completo la planeación inicial, lo que repercutió en la imposibilidad de cubrir el programa propuesto, además de hacinamiento y cierta desesperación en la práctica del revelado.
Profesores y dinámica
En ambos talleres los talleristas (Eric Moncada y Yoatzin Balbuena respectivamente) tuvieron un excelente desempeño, a juzgar por las opiniones de los alumnos. No obstante, se hizo evidente que el profesor de un taller requiere de dos asistentes: uno para el aspecto logístico y otro para el pedagógico. Esto porque la modalidad de taller, por su propia naturaleza, pone el acento en el aspecto práctico, lo cual a su vez demanda una atención más puntual a cada uno de los alumnos.
Debe quedar claro, sin embargo, que en los talleres no se tata de dar una atención personalizada a cada uno de los alumnos, pero sí ofrecerles una atención adecuada cuando el trabajo práctico en equipo lo requiere. Además, la solución de los múltiples imprevistos que surgen a lo largo de los días en que se imparte el taller necesita de quien esté atento a su solución específica.
Los talleristas no recibieron una remuneración acorde con su desempeño y conocimientos. Eric Moncada impartió el taller como parte de sus funciones dentro del LAV; Yoatzin Balbuena recibió una gratificación simbólica de $1,300.00 pesos por su colaboración. Aunque el LAV se ha caracterizado por tejer redes sociales que le permiten solucionar diversos problemas que su falta de recursos le provoca, no puede continuar ofreciendo talleres sin otorgar a quienes los imparten la remuneración correspondiente.
La dinámica de los talleres resultó acertada. A grandes rasgos puede decirse que se dividió en tres aspectos: una parte tuvo que ver con clase frente a grupo; otra de práctica-levantamiento de imagen; y una más con práctica-edición-revelado. La correspondencia entre todos los aspectos dio como resultado una satisfacción plena a los alumnos.
Recursos financieros
El LAV concibió estos talleres como gratuitos por dos razones fundamentales. En primer lugar, por su índole experimental. En segundo, porque se pidió a los alumnos que, en la medida de lo posible, trajeran los materiales necesarios para cada taller.
En el caso específico del de “Fotografía para Antropólogos”, se solicitó a los alumnos una cuota mínima de $300.00 pesos (en dos pagos) debido a la necesidad de adquirir material fotográfico. De este modo se obtuvo un total de $6,300.00 pesos, de los que $2,605.70 fueron para material que se usó en el taller; $1,300.00 se le dieron a Yoatzin Balbuena como gratificación; y $1,305.70 pesos quedaron como remanente para el CIESAS. (Al respecto la Dra. Virginia García Acosta, directora general del CIESAS, comunicó que en próxima reunión a celebrarse en julio habrá de decidirse qué hacer con ese remanente).
Conviene señalar que en opinión tanto de los talleristas como de los alumnos, los talleres deben mantenerse gratuitos o en su defecto tener un costo razonable, pensando en que los interesados son preponderantemente estudiantes y trabajadores. También hay quien opina que por ser un taller de la institución, no debe tener costo alguno para quienes, siendo alumnos, investigadores o trabajadores, pertenecen a ella.
Resultados
Pese a los yerros, la falta de recursos, lo inadecuado de los espacios, y los equívocos de planeación, los resultados de ambos talleres son satisfactorios.
El 19 de marzo de 2009 presentamos en sesión abierta los resultados del primer taller, que fueron tres documentales cortos. Sus creadores dieron cuenta de su experiencia y hablaron de lo que para ellos significó la incursión en el mundo audiovisual. Hubo una coincidencia generalizada en la necesidad de mantener espacios como el taller para complementar la formación antropológica que ofrece el CIESAS. Así mismo la hubo en el reconocimiento de los alcances que tiene la difusión del conocimiento antropológico por este medio y se valoró en su justa dimensión la complejidad del discurso audiovisual, que no es la mera “ilustración” de algo escrito.
Desde la perspectiva del LAV, los tres documentales dan cuenta de las potencialidades que implica la modalidad del taller. Aunque los tres presentan fallas técnicas y problemas de edición, ciertamente son un avance extraordinario entre quienes por primera vez se aproximan a la producción audiovisual. Así mismo resultan de interés general, pues como lo demuestra la página You Tube en la que fueron colocados, son ya numerosas las reproducciones que tienen y han sido calificados como buenos.
Por esta primera experiencia en LAV entiende que el alumnado del CIESAS y otras instituciones académicas están ávidos de aprender a difundir el conocimiento con otro lenguaje y con otros medios, pero también, están necesitados de usar la imagen como parte integral de la investigación académica.
Con el taller de “Fotografía para Antropólogos” se procedió de igual forma. En sesión abierta se presentaron los resultados del taller, que consistió en la exposición de 150 fotografías. Así mismo, los alumnos expresaron abierta y públicamente su opinión sobre el taller recién concluido. Cabe señalar que a esta sesión asistió la Dra. Virginia García Acosta, directora general del CIESAS, quien escuchó los planteamientos allí hechos.
Hubo una coincidencia generalizada en la necesidad de abrir espacios como los talleres pues subsanan un vacío al que se enfrentan en sus estudios antropológicos: el registro visual del trabajo de campo. La utilidad de la fotografía es, en este sentido, enorme. Pero no sólo. También se habló del acto fotográfico como algo más que un recurso o una técnica. Así, quienes tomaron este taller, pudieron asomarse, aunque de manera un tanto general, a la complejidad que la imagen convoca.
Para el LAV las fotografías presentadas tienen una calidad que permite pensar en una exposición itinerante. Como ensayos antropológicos pueden decir bastante para quien las mire. Además, los diversos recursos que se utilizaron para las fotografías, resultan atractivos a la mirada en general. Así, pues, el LAV piensa que el taller cumplió sus objetivos con creces, y abre la perspectiva de realizar otros más.
Conclusiones
Los talleres tienen el atractivo de ser breves y ofrecer resultados concretos inmediatos. Aunque no se reducen a un aspecto meramente técnico, debe señalarse que no alcanzan los linderos de las reflexiones teóricas y sí ofrecen un aspecto práctico muy atractivo. Los talleres, por tanto, coadyuvan a la producción de imagen y modifican la mirada que sobre ella se tiene cuando se realiza investigación. En este sentido, son una estrategia fundamental para promover incorporación integral de la imagen en el conocimiento antropológico.
Tras dos experiencias muy concretas dentro del CIESAS, en LAV puede establecer los siguientes lineamientos como condición elemental para que los talleres puedan convertirse en una política institucional del CIESAS.
1. El número ideal de alumnos por taller debe de ser de 10 alumnos como mínimo y 15 como máximo
2. Su duración mínima debe ser de 40 horas
3. Puede realizarse dos talleres por semestre, uno de producción audiovisual y otro de fotografía. Con el personal adecuado, es factible dar dos talleres por semestre
4. El profesor que imparta un taller debe contar con dos asistentes, uno para asuntos logísticos y otro como coadyuvante pedagógico
5. La remuneración a quienes impartan los talleres debe ser adecuada
6. El LAV debe ser el responsable de estos talleres, desde su organización hasta la decisión de quién los imparta
7. Los talleres deben tener un costo moderado, siempre y cuando el LAV cuente con los recursos materiales necesarios. No es del todo correcto cobrar un monto y exigir que los alumnos, los talleristas o el personal del LAV subsanen las carencias del propio LAV.
8. El LAV debe contar con espacios adecuados para impartir talleres y realizar tareas de edición y revelado. De preferencia estos espacios deben pertenecer al LAV, con el fin de no distraer las actividades que se realizan en los salones de clase
9. De igual forma, el LAV debe poseer los recursos materiales adecuados y suficientes para impartir estos talleres, por ejemplo, cámaras de video, cámaras fotográficas, luces, micrófonos, tripiés, ampliadoras, cañón, pantalla, computadoras, licencias de programas de edición, etcétera.
Con estas consideraciones resueltas total o parcialmente, los talleres pueden convertirse en parte de una política institucional del CIESAS y, adicionalmente, es posible que generen recursos a la institución. Así mismo, los talleres ofrecen perspectivas novedosas para la investigación y la difusión del conocimiento antropológico. Y lo que no es menos importante: contribuyen al prestigio de la institución.
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